Hace tres décadas y media don Arnulfo Bonilla Hernández llegó a la Ciudad de México desde su natal Puebla en busca de mejores oportunidades. Allá en la Angelópolis quedaron sus padres y sus hermanos, pero llegó a la capital con la bendición de su mamá y desde hace 32 años es parte de nuestra comunidad. Todos los días lo vemos trabajar en los jardines del instituto siempre contento y con la camiseta del ILCE bien puesta.
En su búsqueda de oportunidades la vida lo encontró con el Ing. Jorge Sota García, quien lo invitó a trabajar en las oficinas de Polanco del ILCE lavando carros. 22 años después decidió hablar con quien fuera el Director General para sondear si habría una oportunidad de laborar como empleado del Instituto y fue así como comenzó a trabajar de jardinero.
Comunidad ILCE conversó con don Arnulfo. “Lo que más me gusta -nos dijo- es cuidar los jardines y el pasto para que se vea agradable. Me siento orgulloso de saber que mi trabajo ayuda a que mis compañeros vean bonito su lugar de trabajo todos los días”. También le encanta la convivencia con sus compañeros, a quienes considera como parte de su familia después de tantos años de conocerlos y convivir con ellos.
Don Arnulfo hace un recorrido de tres horas diarias desde su casa desde el Estado de México al instituto. Parte con el primer canto de los gallos, las 5:30, para poder llegar a tiempo y que no le toquen los enredos de tráfico que azotan a nuestra sufrida ciudad. Camina algunos minutos al paradero de los camiones RTP en los límites del estado y la CdMx, y viaja a la estación del metro Tláhuac, dónde toma otro camión que lo deja en el instituto. Sin importar el tiempo de camino, don Arnulfo llega siempre contento y con toda la disposición de cumplir sus labores y apoyar en lo que le pidan.
Hace 27 años encontró a su media naranja. Andaba muy contento y despreocupado dando un paseo cuando sintió antojo por unas garnachas que se veían deliciosas y olían mejor. Desde luego se apuntó a otros parroquianos y ahí la buena fortuna le confirmó que el mundo es una servilleta: quedó deslumbrado por una chica ¡que resultó su paisana! Livia Ruíz también poblana de cepa, le correspondió y de aquel amor nacieron tres varones y una niña que para su alegría ya les dieron tres nietos. Hoy los Bonilla reparten su tiempo entre la bella y contaminada metrópolis y la galante Puebla, a donde viajan con frecuencia para visitar a sus hermanos mayores, a sus tíos y a su abuela paterna.
Además de trabajar en el Instituto, don Arnulfo y su esposa son equipo vendiendo antojitos los fines de semana en un tianguis que se encuentra en la carretera México-Puebla, en Ayotla. Y por si este remolino de actividades fuera poco, también son los creadores de una botana gurmet: cacahuates con sal, chile de árbol y ajo, manjar de lo más popular entre la familia ILCE. Tú, ¿ya los probaste?